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jueves, 15 de octubre de 2015

Carta de Marcelo Cohen a la diputada Nora Bedano

Estimada diputada Nora Bedano:

    Soy traductor profesional desde hace más de treinta años. He trabajado para muchas de las editoriales más importantes de Argentina y España (Losada, Anagrama, Tusquets, Edhasa, Planeta, Norma y otras) y traducido del inglés, francés y portugués más de 120 libros de narrativa, ensayo y poesía, desde William Shakespeare hasta autores de la narrativa más contemporánea. He escrito ensayos sobre la tarea del traductor y he sido honrado con premios.
    Quede claro que la traducción es además mi modo de ganarme la vida.
    Si digo todo esto no es para alardear sino para que usted sepa que no soy un improvisado.
    Antes que nada, en nombre mío y de mis colegas, quiero expresarle nuestro agradecimiento por haber avalado con su firma el proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción (expediente: 4952-D-2015), ingresado el 10 de setiembre y al que se le ha asignado giro a las comisiones de Legislación General y de Cultura.
     Creemos que su apoyo para la aprobación del proyecto de ley permitirá respaldar a un sector tan decisivo para el desarrollo cultural como poco visible e injustamente desprotegido por los usos y costumbres, así como actualizar las leyes vigentes que regulan nuestra actividad, en consonancia con las de la mayor parte del mundo.
    Sin embargo no puedo dejar de expresarle mi alarma ante la versión, llegada a mí en estos días, de que usted querría proponer alguna modificación al artículo 2 del proyecto de Ley, relativa a la obligación de ser titulado para ejercer la profesión, un requerimiento legal inexistente en ningún lugar del mundo. 
     Me desconcertaría y abatiría que una norma de este cariz me impidiera seguir trabajando en mi país después de tantas décadas sirviendo a la cultura, la industria editorial y, creo yo, a los lectores. Lo consideraría atrozmente injusto y desatinado.
     Mi caso no sería el único, ni mucho menos. Decenas de nuestros mejores traductores, reconocidos en el mundo y por los lectores, carecen de título específico –aunque muchos tienen otros títulos, y desde luego una sólida formación. Aparte del perjuicio y las aflicciones que conllevaría para ellos, la calidad de nuestra producción editorial de textos traducidos sufriría una merma incalculable.
     Le ruego que, de ser cierta la versión, revea usted seriamente el sentido de una propuesta que perjudicaría gravemente a la cultura y el trabajo en nuestro país. 

     Entretanto, se despide de usted atentamente

    Marcelo Cohen
    DNI 10.133.651